¿Quién era esta misteriosa e influyente mujer?

Se la llamaba "madre del Islam" o "madre de los creyentes" (33:6). Se llamaba Khadijah bint Khuwaylid. Vivió entre los años 555 y 620 de la era cristiana y murió dos años antes de que el profeta Mahoma abandonara la ciudad santa de La Meca. Khuwaylid sacrificó su estatus y su impresionante riqueza, y también arriesgó su vida, por su amado esposo. Hizo todo esto para proteger y promover el sagrado mensaje del Islam.

Esta mujer tenía una personalidad muy fuerte y humilde. En La Meca la llamaban "Jadiyah al-Kubra (La Gran Jadiyah), Amirat Quarysh (Princesa de la Tribu de Quraysh) y al-Tahira (la Pura). Se la considera la "Madre de los Creyentes".

Khuwaylid era un pariente lejano de Mahoma.

La muy emancipada Madre del Islam fue una mujer incluso elegida por Dios.

El primer biógrafo de Mahoma, Ibn Ishaq, escribió: "Era una mujer decidida, noble e inteligente". Nadie más que Dios había elegido este tipo de mujer para Mahoma. Cuando Dios eligió a una mujer tan fuerte y emancipada para su mensajero, mostró qué tipo de mujer islámica es la mejor para el Profeta y el Islam. Ella es el punto de referencia, un modelo a seguir y una guía para todas las mujeres musulmanas de hoy en día.

Toda mujer musulmana debería recordar y seguir su ejemplo.

Los detractores de los derechos de la mujer que siguen negando la emancipación femenina y prefieren a las mujeres sin derechos propios, deberían aceptar y aprobar la perspectiva y el comportamiento de Khuwaylid.

Si Dios eligió este tipo de mujer para su Profeta, ¿por qué no eligen todos los hombres musulmanes mujeres tan fuertes para ellos? ¿No sería lógico que los hombres musulmanes buscaran mujeres valientes, francas, fuertes, trabajadoras, seguras de sí mismas, amables, orientadas a los negocios y tal vez incluso multimillonarias?

Estamos hablando del siglo VI. ¿Qué posición ocupaban las mujeres en esta época en Europa, Asia o América?

Durante muchas décadas fue una amarga ironía que las mujeres no pudieran conducir un coche en La Meca ni trabajar y viajar solas en el mismo lugar donde Khadijah dominaba el negocio del transporte hace más de 1.400 años. Este sinsentido se abolió en 2018. Pero los extremistas talibanes de Afganistán acaban de reintroducirlo en 2022.

Los extremistas religiosos han adulterado las verdaderas enseñanzas del Islam, transformándolo de una religión que ofrece más derechos a las mujeres a una que no ofrece ningún derecho. Se trata de una perversión de los mensajes recogidos en el Sagrado Corán y en los hadices que contradice la voluntad de Dios y la elección del Profeta.

Khadijah bint Khuwaylid heredó la fortuna de su padre. Sus caravanas a Siria y Yemen eran tan grandes como todas las caravanas de La Meca juntas. Era la empresaria con más éxito de La Meca. Sus dos maridos anteriores fallecieron antes de que conociera al Profeta Muhammad. Tenía dos hijos y una hija de esos matrimonios. La rica viuda ya había rechazado varias propuestas de matrimonio cuando Mahoma llegó a su vida.

Como miembro respetado del clan más influyente de Asad, se encontraba en lo más alto de la jerarquía social. Sin embargo, no era el caso de Muhammad, ya que estaba aislado por ser huérfano. Procedía de un rango social inferior y tuvo que luchar para ganarse la vida, por lo que se vio obligado a trabajar para su tío, Abu Talib, agente de caravanas de mercaderes. Al cabo de un tiempo, Jadiyah le ofreció un trabajo mejor, con más dinero y reconocimiento. Mahoma aceptó su oferta y ella lo contrató.

Jadiyah quedó impresionada por su carácter: "Me gustas por tu gran reputación entre la gente, tu honradez, buen carácter y veracidad". El Profeta la percibía como un regalo de Dios, "Dios ha sembrado el amor por ella en mi espíritu". Mahoma era más de diez años más joven y necesitó su consejo, apoyo y amor durante muchos años; ella le inspiró.

Esta sorprendente mujer le presentó a su primo espiritual, el monje cristiano Waraqa. Este monje habló de religión con Mahoma, aunque poco se sabe de esta relación especial con el nuevo mentor del Profeta en La Meca. Sin embargo, es seguro que se convirtió en un catalizador para la búsqueda de Dios por parte del Profeta.

Jadiyah, que rondaba la treintena cuando contrató a Muhammad, estaba encantada con su joven empleado. Era excelente en su trabajo, lo que le cualificaba para asociarse con ella, así que animó a Muhammad, de 25 años, a proponerle matrimonio. Se cree que esta insinuación fue transmitida por Waraqa. Muhammad aceptó amablemente y se convirtieron en una pareja de poder muy feliz. No volvió a casarse mientras vivió Jadiyah y fue aceptado rápidamente en la ciudad como su marido.

Esto abrió la puerta al Islam en la ciudad de La Meca. Como Jadiyah formaba parte de la alta sociedad, sembró la nueva religión en el círculo íntimo y en la cima de la comunidad. No sólo le proporcionó el dinero y el cobijo que necesitaba urgentemente, sino que también fomentó la joven semilla del islam. Al principio, Mahoma dudó en asumir la tarea espiritual y experimentó un largo periodo de incertidumbre (fatra) que duró hasta tres años. Durante esta difícil época, Jadiyah fue su principal consejera, apoyo y mentora.

Cuando Mahoma recibió su vocación en el monte Hira, pidió consejo a una mujer en lugar de a un hombre. Ella estaba junto a Mahoma cuando él dijo: "Tengo miedo de ser adivino (kahim) yo mismo, porque veo luces y oigo voces". En ese momento se sentía inseguro y en un punto bajo, lo que significaba que el Islam estaba en verdadero peligro. Jadiyah lo estabilizó y compartió con él su gran guía y confianza. "Eres amable y considerado con tus parientes. Ayudas a los pobres y soportas su carga. Te esfuerzas por restaurar las altas cualidades morales que tu pueblo ha perdido". Por lo tanto, superó rápidamente sus dudas respecto a la revelación.

Este fue el momento decisivo para el Islam porque el Profeta Muhammad estaba a punto de rendirse.

Una mujer cambió la marea y estabilizó su rumbo.

Ella le fortaleció y animó a seguir su misión y sus visiones.

Jadiyah pudo ayudar al Profeta de una forma tan trascendental gracias a su confianza en sí misma, su inteligencia y su fuerte personalidad.

Ahora debería quedarnos claro por qué Dios seleccionó a este tipo de mujer para caminar junto a Mahoma y guiarlo.

Cualquier mujer silenciosa y reprimida -una mujer que siguiera las reglas de los talibanes, Boko Haram o el IS- no habría podido realizar en absoluto estas tareas vitales.

Se necesitaba una mujer fuerte en La Meca para el nacimiento del Islam en el año 610 d.C., de lo contrario el Islam habría muerto como una pequeña palmera datilera sin agua.

La hermosa historia de Jadiyah y Mahoma ofrece al mundo musulmán un mensaje fundamental. Un hombre debe asociarse con una mujer fuerte porque en algún momento necesitará su apoyo y guía.